Por una Navidad sin presos políticos en Cuba
Antes del llamado “Triunfo de la Revolución”, en enero de 1959, la Navidad era uno de los momentos más esperados del año en Cuba. Para cristianos y no cristianos, las fiestas eran un período de alegría, paz y unión familiar, que se expresaban tanto en el interior de muchísimos hogares de distinta escala social, como en el espacio público.
A lo largo de más de tres décadas de totalitarismo, esta y otras festividades de origen religioso desaparecieron del espacio público. La Navidad comenzó a ser permitida nuevamente por el oficialismo, en la vida cotidiana, luego de la visita a Cuba de Juan Pablo II, a finales de la década de los noventa.
Pero, ¿realmente ha habido en Cuba oportunidad de una verdadera celebración de Navidad? Muchas familias han sufrido de manera sistemática la precarización de la vida, las olas migratorias, y la privación de la libertad de alguien querido como consecuencia del ejercicio de derechos básicos como la libertad de expresión, de asociación y de participación política.
En los últimos años, luego de las masivas protestas de julio de 2021, se ha multiplicado más de 5 veces el número de personas presas por motivos políticos. En cada hogar cubano hay un familiar, un amigo, un vecino, un conocido, que es preso político de la dictadura más longeva del hemisferio.
De acuerdo con nuestros registros de incidentes en prisiones, los presos políticos son el grupo más vulnerable dentro de los centros penitenciarios del país. Cada día, al menos una de estas personas es víctima de un evento represivo o violatorio de sus derechos. Muertes bajo custodia estatal, negaciones de atención médica, incidentes de hostigamiento y represión, y violaciones al debido proceso, se cuentan entre estos.
En 2023, cientos de cubanos vivirán otra Navidad en la oscuridad de la prisión por sus ideas contrarias al régimen. Es tiempo de que salgan de un encierro que no merecen. Queremos que las familias cubanas puedan celebrar la Navidad junto a sus seres queridos, no en visitas a penales, sino en el calor del hogar.
No podemos dar la espalda al sufrimiento de todos los hombres y mujeres que han alzado su voz por una Cuba libre y donde se respeten los derechos humanos. Y no podemos dar la espalda a sus familias.