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Personas privadas de libertad con situaciones delicadas de salud (marzo de 2025)

Durante el mes de marzo, el CDPC documentó múltiples casos de personas privadas de libertad con afectaciones de salud que iban desde condiciones moderadas hasta cuadros clínicos graves, sin que recibieran la atención médica adecuada. En la mayoría de los casos, las necesidades de tratamiento fueron ignoradas a pesar de los reiterados reclamos de las familias o de las propias personas reclusas. A continuación, se detallan algunos de los casos más relevantes:

Alfonso Espinosa Miranda (Prisión Kilo 9, Camagüey): Recluso de la tercera edad. El día 19 de marzo, amaneció defecando sangre en grandes cantidades. Informó a la doctora del penal al mediodía, pero esta respondió que estaba por salir y que debía esperar al relevo. Ya en la noche, volvió a alertar al guardia Sampedro, quien dijo que avisaría a la médica, pero al día siguiente seguía sin recibir atención. Espinosa se encontraba sin ingerir alimentos y llevaba cinco meses esperando una placa intestinal. Expresó temer por su vida, pues según refirió, ya habían muerto cinco personas mayores en su prisión sin consecuencias. A pesar de haber escrito a las autoridades del país, no había recibido respuesta.

Aníbal Yasiel Palau Jacinto (Prisión de Melena del Sur, Mayabeque): El día 10 de marzo se denunció que presentaba una infección bacteriana en la piel causada por forúnculos en la espalda. No recibía atención médica ni el tratamiento antibiótico indicado.

Carlos Alberto McDonald Ennis (Prisión Provincial de Las Tunas): El 10 de marzo se supo que se encontraba enfermo y, a pesar de necesitar medicamentos esenciales, no se los proporcionaban.

Daniel Alfaro Díaz (Prisión de Guanajay, Artemisa): Su salud mostraba un deterioro severo. Padece hipertensión, diabetes, ha sufrido tres desmayos en prisión y tiene fuertes dolores en los riñones debido a cálculos renales. Aun así, no había recibido atención médica adecuada y era su familia quien debía llevarle medicamentos básicos, analgésicos e incluso jeringuillas, ya que ni siquiera había aspirinas en el penal. Su hija reportó que, al visitarlo, lo encontró tan débil que casi no podía caminar.

Dayron Martín Rodríguez (Combinado del Este, La Habana): Continuaba padeciendo úlceras sin recibir tratamiento médico. También presentaba síntomas de ansiedad y angustia, agravados por su exclusión del proceso de excarcelación culminado en el mes de marzo. 

Jorge Bello Domínguez (Prisión de Guanajay, Artemisa): El 28 de marzo se supo que, desde su traslado a Guanajay el día 21, no había podido inyectarse insulina por falta de jeringuillas, ni recibía la dieta especial que requiere. Además, arrastraba desde el Combinado del Este un fuerte dolor de muela, sin que hasta el momento hubiera recibido atención odontológica.

Jorge Luis Boada Valdés (Prisión 1580, La Habana): A inicios de mes se declaró en huelga de hambre para exigir atención médica por un dolor persistente que no había sido tratado.

José Ramón Solano Randiche (Campamento de trabajo forzado “Ladrillera Cerámica”, Holguín): El 9 de marzo, su esposa denunció que había sido hospitalizado por neumonía, con sospecha de tuberculosis. Llevaba más de 10 días con fiebre, malestar general y escupiendo sangre. Fue ingresado en la sala de penados, donde no recibía luz solar ni ventilación adecuada. Sus familiares debían llevarle los medicamentos, ya que en el campamento no le garantizaban tratamiento alguno.

Juan Enrique Pérez Sánchez (Prisión de Melena del Sur, Mayabeque): Se encontraba en estado delicado de salud. Las autoridades le negaban el acceso al alprazolam recetado por su psiquiatra para tratar trastornos de ansiedad, insomnio, ataques de pánico y depresión, impidiéndole dormir con normalidad.

Juan Manuel Ortueta Manso (Prisión de Guamajal, Villa Clara): Estaba extremadamente debilitado, apenas podía ingerir alimentos o caminar, y dependía de otros reclusos para movilizarse.

Kevin Damián Frómeta Castro (Campamento de trabajo forzado “La Lima”, La Habana): Durante más de una semana presentó fiebre alta e infección en ambos brazos. Se encontraba desnutrido, con un peso corporal de apenas 50 kg, y padecía de gastritis, reflujo y duodenitis aguda.

Loreto Hernández García (Prisión de Guamajal, Villa Clara): Su estado de salud seguía siendo delicado. Padecía asma bronquial grado 3, cardiopatía, diabetes e hipertensión, entre otras enfermedades crónicas. Durante el mes, sufrió vómitos recurrentes, desmayos, taquicardias, dolores en el pecho y presión arterial elevada (195/115), lo que, junto a otros síntomas, hacía temer un nuevo infarto. A pesar de ello, no recibió atención médica.

Roberto Pérez Fonseca (Prisión de Quivicán, Mayabeque): Presentaba dolores intensos asociados a una úlcera estomacal.

Rolando Yusef Pérez Morera (Prisión de Quivicán, Mayabeque): Su estado de salud era crítico. Había perdido 26 kilogramos de peso corporal (de 82 kg a 56 kg) debido a la falta de alimentación adecuada y atención médica y las condiciones inhumanas de reclusión.

Saylí Navarro Álvarez (Prisión Provincial de Mujeres de Matanzas): Sufría de estreñimiento persistente y, a mediados de mes, no le habían entregado los resultados de exámenes médicos realizados a inicios de mes.

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